Ayer noche estuve cenando una pizza en una terraza del Born con un amigo, viéndolas pasar. Una de ellas fue todo un espectáculo y yo exclamé “Me he enamorado”. Me dijo él: “A ti lo que te pasa es que eres un poeta”. Mi mente se desvió en seguida a la palabra “romántico”, pero él no tardó en añadir: “La musa es el culo”, y yo pensé: “Claro, así pues, no había nueve, hay una. Cuánta verdad para una noche cualquiera”.
Esta mañana leo en El País que en el concurso de Miss Italia ha habido bastante polémica porque uno de los miembros del jurado, a cuya petición se sumó luego otro, insistió en ver los culos de las concursantes. El primero es peluquero (estilista, parece que hay que llamarlo, quizá para que rime con la profesión del segundo), el otro es motociclista. Ninguna concursante se quejó ni hizo caso a las sugerencias de abandonar el concurso de no sé qué individua del partido Alianza Nacional. Los organizadores accedieron y los culos se vieron, se valoraron, se fotografiaron con profusión y con menos recato que de costumbre, y aparecieron durante días en la prensa.
Y es interesante que esto haya tenido lugar precisamente en la República Italiana. ¿De dónde habrán sacado la idea de que a una princesa hay que mirarle el culo para coronarla reina? Aunque, bien pensado, ahora me parece obvio que cualquier persona habría de saberlo desde siempre, los únicos hombres que no escogen a las mujeres por el culo son los que se lo miran a otros hombres, eso eso lo saben hasta los hamsters. De lo cual deduzco que el resto del jurado del citado concurso era gay. Y que un gay haya de escoger el mejor culo femenino de Italia resulta irreverente, pues votará el culo más masculino, hecho de cuyas consecuencias no me apetece preocuparme. Pero ya saben muy bien los italianos que los modelos de una sociedad deben escogerse con sumo cuidado, no vaya a ser que el Papa los desapruebe.
Esta mañana leo en El País que en el concurso de Miss Italia ha habido bastante polémica porque uno de los miembros del jurado, a cuya petición se sumó luego otro, insistió en ver los culos de las concursantes. El primero es peluquero (estilista, parece que hay que llamarlo, quizá para que rime con la profesión del segundo), el otro es motociclista. Ninguna concursante se quejó ni hizo caso a las sugerencias de abandonar el concurso de no sé qué individua del partido Alianza Nacional. Los organizadores accedieron y los culos se vieron, se valoraron, se fotografiaron con profusión y con menos recato que de costumbre, y aparecieron durante días en la prensa.
Y es interesante que esto haya tenido lugar precisamente en la República Italiana. ¿De dónde habrán sacado la idea de que a una princesa hay que mirarle el culo para coronarla reina? Aunque, bien pensado, ahora me parece obvio que cualquier persona habría de saberlo desde siempre, los únicos hombres que no escogen a las mujeres por el culo son los que se lo miran a otros hombres, eso eso lo saben hasta los hamsters. De lo cual deduzco que el resto del jurado del citado concurso era gay. Y que un gay haya de escoger el mejor culo femenino de Italia resulta irreverente, pues votará el culo más masculino, hecho de cuyas consecuencias no me apetece preocuparme. Pero ya saben muy bien los italianos que los modelos de una sociedad deben escogerse con sumo cuidado, no vaya a ser que el Papa los desapruebe.
Lo cierto es que las cosas se van poniendo en su sitio, y así uno de estos días tendremos como jurado de estos educativos certámenes a un corrector de textos, a un torero, a un policía, a una lesbiana del subtipo camionero, a un alumno de E.S.O. de 13 años y al portero de mi casa. Y será muy digno, porque para juzgar un culo sólo hacen falta ojos. Y si a la lista del jurado añadimos a un ciego, la liamos, porque le harían falta las manos, y claro, eso supone una nueva polémica. Concursantes no faltarían, eso démoslo por descontado.
Aunque el siguiente paso es conseguir que lo muevan, y nada mejor que hacerlo al ritmo de reggaetón, (ríete tú de la danza del vientre, sutilezas no). Un puñado de chicas “perreando” (así lo llaman los latinos, y no hacen falta muchas luces para comprender el porqué si uno estudia unos segundos el asunto) y los fotógrafos tendrán que esconderse bajo la mesa para fotografiar los miembros y a los miembros (los miembros de los miembros) del jurado si quieren llamar la atención, o bien pasarse al vídeo y luego venderlo en fascículos con el magazine del domingo.
A todo esto, se me ocurren otras pruebas: la de las camisetas mojadas no puede faltar, pero también que reciten la tabla del 7, hacer un dobladillo a unos tejanos, chuperretear un polo de fresa, retocar una imagen con el photoshop, fumar con los dedos de los pies y desfilar a base de saltos y volteretas vestidas de Lara Croft y hacer una redacción sobre las vacaciones. Y es que hay que cambiar con los tiempos, y para comprender que estos concursos se han quedado en la primera mitad del siglo pasado, casi como eurovisión, basta envenenarse con cualquier reality. ¿Para qué queremos hoy en día espectáculos de circo con animales si ya los dan por la tele? Claro que en estas modernidades, como en los concursos de belleza y en muchas otras cosas, Italia nos lleva la delantera. Y es que aquí faltan valores. A ver si nos inspira la musa.
Varias aspirantes a Miss Italia practicando para bailar con el jurado en el próximo certamen el perreo sandunguero, o sea, perriando. Por fin los miembros del jurado tendrán un reconocimiento social.
3 comentarios:
Lo de los culos ya hace años que funciona en el ambiente gay. Hay un día a la semana que las discos lo dedican a ello: cualquier cliente puede participar en este tipo de oposiciones y dan suculentos premios. También hay el día de los calzoncillos y el día de las pollas. Una vez fui a un concurso de pollas y me enamoré de una: también era un espectáculo. Lástima que la polla no me correspondió. Sin duda ese jurado sacó de allí la idea. A ver cuando importáis los cuartos oscuros para las discos héteros.
Yo importo, importo mucho, no dejo de importar, pero importar cuartos oscuros lo veo fuera de mi jurisdicción. Lo propondré al parlamento, pero creo que lo juzgarán con algún término como hecatombe, cataclismo o animalada, cuando yo lo consideraría un grado de civilización.
Dos de mis cuatro novios que mi vida de momento me ha dado (según mi experiencia se consideran novios a los miembros con los cuales se tienen relaciones físicas, psíquicas y anímicas durante un plazo de como mínimo más de un año -no valen las de dos o más noches-)han sido "encontrados" a través de varias sesiones en cuartos oscuros. No sólo representan (esos cuartos) cierto grado de civilización, sino también algún grado de poder aspirar a una noble y respetable saciedad.
En cuanto a importarlos, entiendo que no atañe a su jurisdicción, aunque vos importáis. Y mucho.
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