viernes, 29 de agosto de 2008

Magnum delirium

En un sueño estoy durmiendo con mi amigo N en la misma cama, ambos vestidos y cada uno vuelto hacia un lado, dándonos la espalda. No cabemos bien, el colchón es muy estrecho. De repente, dormido, grito:
“¡¡¡Higgins!!!”
Abro los ojos, veo que N está intentando taparse y vuelvo a dormirme. Me despierto de nuevo
al poco rato, y veo que el colchón está cortado a lo largo por la mitad, y que cada uno de nosotros está en su mitad. Entre los dos pedazos hay un tendedero con ropa de colores y veo a N mirándome entre la ropa tendida con cara de no haber podido dormir.

Un rato más tarde estoy hablando con un amigo mío en el sótano de la casa. Es Rick, uno de los amigos de Magnum en la serie de Tom Selleck.

viernes, 8 de agosto de 2008

Smileagain Turbo

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Para la mala leche tengo entendido que van bien unos supositorios llamados Smileagain Turbo, pero no te los recomiendo, producen risa tonta. Hay en cambio un tratamiento con resultados menos inmediatos pero sin efectos secundarios, a base de hierbas, pero hay que tener tiempo de ir a pastar.
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jueves, 7 de agosto de 2008

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Instalaciones

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Sobre un mueble de mi cuarto, frente a la ventana, tengo 2 frascos de vidrio con tapones de corcho y dos botellas antiguas o viejas. En uno de los frasquitos hay cristales azules encontrados en la playa y sumergidos en agua. Son difíciles de encontrar (no así los verdes o marrones, de botellas de cerveza). Hace años estuve en el museo Peggy Guggenheim de Venecia y vi unos estantes colocados contra una ventana con muchas figuritas de cristal azul. La luz entrante las atravesaba, me gustó el efecto y me quedé con la idea. En el otro frasco hay también agua y cristales de otros colores: amarillo, naranja, rojo y rosa, también alguno verde. En las botellas tengo inmersos diferentes tipos de bombillas, así como cuentagotas de vidrio.

El origen de la sensación que persigo hay que buscarlo en mi infancia, concretamente en Krypton. No, no soy Superman, pero me gustaba la fortaleza hecha de cristales de hielo que éste poseía en el Polo Norte, y recuerdo un pedazo de reluciente kryptonita que extraía de un cuadro de mandos para comunicarse con su padre muerto.


Junto con los tubos cuentagotas hay bombillas pequeñas de las que encontraríamos en una linterna, la parte metálica la quité. Algunas flotan, otras pesan demasiado aunque tengan aire dentro. Una de las botellas contiene sólo bombillas de ristras de árbol de navidad. Unas flotan y perdieron la pintura, que yace al fondo en pedacitos multicolores que me gusta ver dispersarse en el agua cuando muevo la botella. Las que no flotan son de colores, con forma de preservativo, y se mantienen erguidas.

Cuando invité a casa a una amiga bailarina y directora de teatro, me dijo que yo podría hacer instalaciones para exposiciones y otros eventos artísticos. Ayer estuve en uno en que ella participaba en una performance, y pude observar realmente a qué se refería. Había un jardín en el que, entre las plantas, alguien había colocado un cerdo con botas del tamaño de un cerdo con botas y pintado de rojo, también las botas. Y entre unos cactus destacaba un agresivo tiranosaurio del mismo color y del tamaño de un tejón. Cerca, sobre una mesa, había un hermoso mac portátil de color blanco y, junto a él, una mujer de sugerentes curvas y labios vestida de un modo que me pareció sofisticado pero que a mi acompañante le resultó sencillamente vulgar, impresión que me argumentó de modo altamente convincente (la diferencia entre sofisticación, elegancia y vulgaridad habrá que analizarla en otro momento). Se servían bebidas de color azul, y la heterosexualidad entre el público asistente era minoritaria. No así, como suele pasar en estos eventos también, los índices de excentricidad, superficialidad y esnobismo. Había tanta gente que no pude ver bailar a mi amiga, pero algunas esculturas, pinturas y fotografías de la exposición hicieron que valiera la pena asistir, además del hecho de poder saludarla. Y de camino a casa estuve pensando en qué clase de instalación podría hacer yo. Una cosa es crear un ambiente, para lo cual primero hay que pensar qué ambiente se desea crear y, quizá, sobre todo, qué ambiente no se desea crear. Ahora bien, quizá se trate sencillamente de sorprender o de llamar la atención a base de imágenes a cual más absurda y sin mensaje ni significado.

Entonces me acordé de una chica desconocida con la que había estado chateando. Dijo que buscaba sensaciones agradables, así que le propuse una. Tracé un plan erótico-morboso-inmediato diseñado para ella. Se trataba de presentarme en su casa con una sandía y una bolsita de champiñones frescos, y primero cortar los champiñones a rodajas y meterlos un rato en el congelador, partir en dos la sandía y meterla e la nevera. El plan era desnudarla, colocarle rodajas fresquitas de champiñón por todo el cuerpo, hacer que metiera los pies en las mitades de sandía y, tras chapotear con los dedos en la fruta, llevarla de la mano recorriendo la habitación ambientada con música de Wagner o heavy metal, según convinimos.

Pronto me di cuenta de que, mientras que yo hablaba en serio, la buscadora de sensaciones agradables sólo bromeaba, y con escasa gracia. Al poco desapareció sin despedirse. Pero yo ya la tenía instalada en mi cabeza.

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