martes, 27 de noviembre de 2007

Retroalimentación



La alegría se desliza hacia dentro
por una grieta oscura,
impregna la hendidura
a su paso hacia la podredumbre,
se pierde, se desgaja, no ve, tropieza, se engancha,
se la traga el lodo, pegajoso,
se contamina de tristeza reconcentrada, infectada
se torna risa ajada
se vuelve la risa siniestra risotada,
se eriza, se riza
se parte, se reparte, se desmembra,
se dispersa,
se ensucia de grasa.
Allí está, al fondo, la locura,
el dolor de ser,
el dolor de estar
al fondo, al fondo.
Apenas hay luz ya, se debilita.

Me prometí no volver a hacerlo,
no besar nunca más así el temblor
del miedo y de la angustia
(se me contrae el gesto).

Sí, hay que tapar esa grieta.
¡Cuidado! Ya está, ya tienes un pie dentro,
ya asoma el llanto
desconsolado,
ya se percibe la náusea,
el aire denso,
ahí abajo hay algo orgánico
que se está descomponiendo.
Aguanta, agárrate,
trepa, tensa los músculos,
grita, escapa.
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Ya pasó.
Sólo has perdido un poco de alegría.
Rápido, el parche.
Piensa en algo bello (Volarás, volarás,
volarás, volarás) Suena a nombre
de mago de cuento de hadas, ja, ja.
Así, la fuerza vital, corre,
tápala y aléjate. Respira hondo.
No vuelvas a hacerlo, es pecado,
mira por dónde vas,
con paso firme, aplasta. Eres fuerte.
Señor, aleja de mí los malos pensamientos.
Yo soy mi dios, y en mi religión
no hay premio ni castigo.
Simplemente miro alrededor y me trago
la vida, me alimento de alegría.

29.10.00

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