domingo, 25 de noviembre de 2007

Chucho podrido

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Durante años en el colegio fuimos siguiendo la evolución de una rodaja de chorizo que habíamos tirado en la repisa de una ventana de una clase que pronto dejó de ser la nuestra, hasta que el embutido se descompuso y dejó sólo una mancha. Con el tiempo añadimos diversos objetos de variada índole, principalmente material escolar (un diccionario, un cartabón, y creo que había una maquineta). Al conjunto de objetos por cuyo deterioro mostrábamos tanto interés lo llamábamos "La colección". Una vez, en un momento de esplendor adolescente, lancé por la ventana la papelera de la clase para que formara parte de nuestro singular despropósito. La directora del colegio me vio y no me dijo nada, o yo creí que me vio y no me dijo nada. En todo caso aquel momento de confusión me hizo crecer un poco, creo que medio centímetro.

Esta canción la escribimos El Sobrino del Diablo y yo hace unos años a base de poner un verso cada uno. Nos referimos a la pasta y no a un perro. No he encontrado una foto de un chucho podrido pero si alguien me facilita una le quedaré agradecido. Pensar en esa imagen me recuerda aquellos tiempos confusos.

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CHUCHO PODRIDO
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Me has perseguido tanto por el pasillo de casa,
has sido mi juez, mi presidio, mi carcelero y mi jaula.
Eres una pesadilla, eres una pesada.
Has tenido mi cuerpo y, también, pretendías mi alma.
Y por tu culpa mi alma es ahora un chucho podrido,
un triste ladrido, un señor que se ha ido,
un incesante crujido que me taladra el oído,
un fregado, un barrido, un perrillo de las praderas malherido.
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Y yo soy tan promiscuo mi amor y tú me quieres sólo para ti,
y ante tal contradicción yo ya no puedo fingir.
Tengo el corazón muy grande, y en él hay un rinconcito para ti
siempre que no pretendas llenarlo y echar a las otras mil.
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Me has tratado muy mal, como si fuera un perro.
Te he besado los pies y estaban llenos de cemento.
He perdido el oremus, la dignidad y un llavero
que me compró mi padre en los bazares del puerto.
Y ahora mi alma es un chucho podrido,
un afónico aullido, un hámster adormecido,
un donut endurecido, un croissant enmohecido,
un jersey de entretiempo muy sufrido.
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Estribillo

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