Después de leer la Historia abreviada de la literatura portátil, de Enrique Vila-Matas, en la que aparece un curioso personaje que ahora recuerdo como una sombra maléfica o un poderoso demonio interno, escribí este breve homenaje, si se quiere llamarlo así:
A la hora en que debería estar sintiendo una intensa producción de vitamina D, me golpea con fuerza un impulso de gastar la que me queda en efímeros orgasmos sentimentales. Es entonces cuando se me aparece el que ordena y manda, y me manda que ordene y me relaje con la tensión de ordenar lo que no vale la pena ordenar. Llega con las horas, llega cansado y se posa, como la tristeza, sobre mis hombros, y pesa, y me dice: “No importa, adelante, hazlo ahora aunque el sol brille, aunque no puedas más, aunque sientas una cierta lástima, ya encontrarás con quién compartirlo aunque no valga la pena".
Es mi odradek, que sabe que siento lo que no quiero sentir, y se abalanza sobre mis ánimos cuando no lo espero, y le gusta el silencio de la palabra que desea salir, y el beso que no puede darse y la sonrisa que nadie verá. Y lo que lo mantiene vivo y acechante es el saber que no puedo aplastarlo sin hundirme bajo él.
Abril 2006
No hay comentarios:
Publicar un comentario