domingo, 9 de marzo de 2014

El ficus, el hámster y el champiñón



Tenía una niña un hámster
que roía un champiñón,
así que se acercó a un ficus
y lo imitó con tesón
(al hámster, no al champiñón,
ni al ficus, ¡qué confusión!).

Con tanto tesón roía
que el ficus se le quejó.
Le dijo: "Si por imitar a ese
te me vas a atragantar,
puede que luego te pese
y tosas hasta llorar".

El hámster se puso gordo,
la niña empezó a toser,
la madre le dio un azote
y el hámster echó a correr.

Su cabeza daba vueltas
como una pequeña noria,
pero se le pasó pronto,
y hubo paz y después gloria.

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