Érase
que se era una pera que con un limón charlaba. ¿Habrá peras en China?, le
preguntó. Espera, dijo el limón, preguntemos a la mandarina. Esta, que los
había oído, contestó verbenera: "Naranjas de la China-na, China-na,
China-na". Quiso decir que no. Pero era un cuento chino, no dijo la
verdad. Lo sé de buena tinta, y soy un calamar.
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