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Sigo recibiendo mensajes de rusas a diario. Si alguien tiene pensado mudarse a Rusia, le recomiendo que ponga una academia de idiomas con el reclamo: “Da el salto a España ligando por Internet en español. Garantizamos un 99% más de posibilidades que con el traductor automático”. Yo no sé si dichos mensajes son spam o si hay realmente chicas rusas en cibercafés escribiéndolos. Muchas. En muchos cibercafés.
Todos son muy parecidos aunque jamás iguales, y siempre dan una dirección de yahoo. Pero he visto varios casos en que la candidata a ser el amor de mi vida dice vivir en Rusia, pero en el perfil pone, por ejemplo, Alcalá de Henares. ¿Será un truco o un error? Yo no puedo evitar pensar que hay una muchacha rusa llamada Zemfira soñando con vivir en Alcalá de Henares. Puso un dedo en el mapa y dijo: A este lugar quiero pertenecer.
El mensaje de hoy empieza preguntando cómo está mi humor. Parece que voy a necesitarlo para seguir leyendo. Luego, tras presentarse, añade: “Soy muy raramente en este sitio, pero quiero conocerte, quieres esto?” La imagino en el cibercafé ofreciéndome un objeto al azar, por ejemplo un peine. No gracias, no uso peines. ¿Para qué coño me ofrece un peine la loca ésta? Se habrá pensado que soy John Travolta y que debería llevar uno en el bolsillo trasero de los tejanos. No es momento de peinarme, además es rosa.
Entonces dice: “Podemos hacernos los amigos buenos y podemos ser buscaban uno a otro toda la vida, no quiero perder esta posibilidad”. Veamos, si hacemos ver que somos buenos amigos, ¿hemos de hablar enseguida como si nos conociéramos desde la infancia? ¿Se hace así en Rusia? Y dice que no quiere perder la posibilidad de que seamos dos que se pasan la vida buscándose. Eso suena atroz, ¿no sería mejor encontrarnos ni que sea una vez, a medio camino, por ejemplo en Hungría? Si le digo de quedar en Budapest, ¿me dirá que es lo más hermoso que le han dicho y que, justamente por eso, no piensa ir?
Eso me recuerda a cuando con mis hermanos jugábamos a imaginar maneras de dificultar la vida en casa: Se trataba de colocar el sofá en el recibidor, la cama en el pasillo, el interruptor de la luz del lavabo en la terraza, de guardar la ropa en la bañera para tener que quitarla cada vez que vas a ducharte, y cosas así. Zemfira, después de darme su dirección de email, dice que esperará la carta con la impaciencia. Pues lo mismo, si no me da una dirección postal, tendrá que esperar la carta más bien con la paciencia. ¿De qué carta estamos hablando? Además dice “la carta”, como si tras cada mensaje electrónico que envía recibiera una carta. Muy inquietante, la verdad.
Acaba diciendo: “Apetezco mucho que me hayas respondido, es probablemente nuestro destino:) Con los mejores votos.” Y claro, el traductor automático se colapsó con la frase en subjuntivo: “Me apetece mucho que me respondas”, y para cuando se recuperó del colapso el tiempo había pasado (y cambiado), y ahora resulta que ya le he respondido porque ella me apetece mucho, y ése era nuestro destino, ella lo sabía. Se despide con los mejores votos, que intuyo que serán los de castidad y silencio postal. Y yo le he mandado la carta sin poder evitarlo, y he escrito en el sobre “Zemfira, Alcalá de Henares, Rusia”.
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2 comentarios:
¡Oye! que tengas cuidado con las rusas, en confianza te diré que la mejor es la ensaladilla...
Y a ver si me sigues criticando "constructivamente", me sirve de mucho. ¿Has visto que cambié lo que me dijiste por otra cosa?
Un abrazo y no estés tanto tiempo sin escribir nada aquí, que vale la pena lo que escribes.
Inma
Muy lindo tu estilo de escribir. Continuaré leyendo...
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