sábado, 14 de marzo de 2009

El Coronel Sanders


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Recomendé a Mo “Kafka en la orilla” de Haruki Murakami, porque supe que le encantaría el original modo en que el autor japonés da vida a personajes ficticios dentro de la propia ficción. En dicho libro introduce al Coronel Sanders, la imagen del Kentucky Fried Chicken, como una aparición, un hada madrina cuya misión es ayudar a uno de los protagonistas a encontrar una piedra que abre una puerta. La otra noche hablé con Mo por teléfono y me contó lo mucho que estaba gustándole el libro, y comentó la aparición del Coronel. Dijo que la existencia de libros así daba ganas de vivir, pero también percibí que a ella le gustaría escribir de ese modo y no se siente capaz.

A la mañana siguiente Mo leyó en el periódico que una estatua del Coronel Sanders acababa de ser extraída del fondo del río en la ciudad japonesa de Osaka. Unos operarios que trabajaban en la construcción de un dique encontraron la cabeza, y más tarde el cuerpo. La estatua llevaba allí desde 1985, en que unos hinchas de un equipo de béisbol la arrojaron al agua. Me mandó el enlace a la noticia y me dijo que justamente iba por el episodio en que aparecía el Coronel Sanders cuando dio con ella, y confesó que se había asustado al sentir que se mezclaban la realidad y la ficción, que las cosas empezaban a traspasar las páginas del libro que estaba leyendo.
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Hace ya años que sé que las casualidades son señales que debo interpretar. O mejor dicho, dejan de ser casualidades para convertirse en señales en el momento en que me indican una dirección. He pasado dos días con esta idea flotando en mi cabeza, pero no encontraba ninguna indicación. Hasta que ayer vi en el cine “Vals con Bashir”. El protagonista no consigue recordar una etapa de su vida, pero se le repite un sueño relacionado con ella en que él aparece saliendo del mar de noche y llegando a la orilla. Pregunta por su sueño a un amigo, quien le dice que el agua, en los sueños, representa los miedos, los sentimientos. Me he acordado de eso al despertar de mi propio sueño esta tarde y, de repente, he comprendido lo que significa sacar al Coronel Sanders del agua.

Cuando uno se encuentra ante una obra de arte los misterios de cuya producción se le escapan, siente que no puede llegar a entender el proceso de la creación, y ésa es una sensación de impotencia conocida, la misma que sentimos al preguntarnos por la aparición de la vida en la Tierra y por nuestro origen. Pero cuando uno entiende el modo en que se ha producido una obra, tras analizarla, contemplar todas sus partes y estudiar sus ingredientes, cuando puede imaginar el proceso y aún así se siente incapaz de llevarlo a cabo él mismo escogiendo sus propios ingredientes, siente una impotencia distinta, que viene del miedo a fracasar. Pero uno no puede verlo. Si existe un Dios creador, desde luego hizo el mundo sin miedo. ¿O acaso se ha hablado alguna vez del miedo de Dios? Pero el miedo sólo es una puerta que hay que abrir si uno realmente necesita saber qué hay al otro lado.

Hemos de abandonar el miedo a escribir, sacar del mar de los sentimientos personajes como el Coronel Sanders (primero la cabeza, más tarde el cuerpo). La literatura está en el mar, de noche, y hay que llevarla a la orilla. Y si la función del Coronel era abrir una puerta, ahora la puerta está abierta. Lo malo es que los operarios todavía no han encontrado ni la mano izquierda de la estatua ni sus gafas, y para abordar la literatura, hace falta mucha mano izquierda, y nosotros empezamos a necesitar gafas.
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2 comentarios:

Iza dijo...

La metáfora revive hoy, enhorabuena!

Spc. dijo...

¡Gracias, Isa!