lunes, 1 de septiembre de 2008

DENOMINACIÓN DE ORIGEN

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Cuando en 1999 el geólogo francés Jambon De la Crêpe analizó en su laboratorio de Carnedd Llywelyn, en Snowdonia, las muestras de un nuevo meteorito, se quedó tan confuso que decidió falsear los informes y guardar los verdaderos resultados en secreto, pues a nadie se atrevía a revelarlos. Desde entonces, a la verde planicie situada frente al castillo de Flint, receptora del pedrusco caído del cielo, la llamó para sí Porkstuff Plain.


Nueve años antes, Pietr Embut, reconocido artista letón residente en Florida, había convencido a algunos científicos de la NASA de la necesidad de lanzar al espacio alguna muestra de vida en la Tierra, con etiqueta de denominación de origen debidamente cumplimentada, para informar a posibles seres extraterrestres de la existencia de nuestro planeta, en vista de que no se obtenía respuesta a las constantes emisiones de ondas de radio lanzadas hacia otras galaxias. Se convino entonces que se construiría un potente cañón en una base lunar y que desde allí se dispersarían por el universo las muestras escogidas para tal efecto. Habida cuenta de que ningún ser vivo podría sobrevivir mucho tiempo en el espacio y de que no existía manera de construirle un hábitat duradero, Embut propuso finalmente enviar algo que hubiese estado vivo en algún momento, con el convencimiento de que si una forma de vida superior se topara con nuestro regalito, sería capaz de comprender el sentido del mensaje. Así, cuando todos los preparativos estuvieron listos, se transportaron a la base lunar veinte toneladas del producto escogido, y fueron disparadas en todas direcciones en diversos cañonazos. La operación fue inmortalizada en una cinta que el artista se comprometió a no mostrar al mundo hasta pasados quince años.

El astronauta español Juanito del Robledal, a bordo del transbordador espacial que en el 2003 viajaba a la base lunar con la misión de desmontar un cañón el propósito de cuya instalación nadie le había desvelado, poco antes de llegar a la base informó por radio de que había entrado en una lluvia de meteoritos. “No, no son meteoritos, un momento, parecen gusanos; ¡no, no son gusanos, ¡son…! Se cortó la comunicación tras el impacto de aquellos objetos errantes no identificados, que mancharon de rojo el cristal de la cabina. Los desperfectos resultantes obligaron a anular la misión y a volver a la Tierra apresuradamente. El piloto nunca contó lo que realmente vio, por miedo a que lo tomaran por loco, y los resultados de los análisis de los restos calcinados que se hallaron adheridos al exterior de la nave, jamás salieron a la luz. A su regreso, Del Robledal dejó la profesión y puso una charcutería en su pueblo natal de Castilla.


Dos años después, una mañana de agosto, el geólogo De la Crêpe, de vacaciones y desayunando en un chiringuito de la Platja de Migjorn, en Formentera, se atragantó con una pata de cruasán mojada en café con leche mientras leía el periódico local. En él se contaba que un tal Pietr Embut había dado una rueda de prensa durante la Expo 2005 Aichi, celebrada en Japón, al este de la ciudad de Nagoya. El acto había tenido lugar en el Pabellón de España, en una carpa levantada junto al bar de tapas. Los periodistas españoles, que habían asistido a la proyección de la cinta presentada por Embut, alababan su magnífico trabajo de animación por ordenador. Se decía además que el artista, así como su obra, gozaban ya de una gran popularidad en toda España, pues sus declaraciones habían hecho que el mundo entero centrara su atención en la participación española en el evento. El titular, “Bombas picantes”, hacía referencia a su excentricidad y a su oportuno sentido del humor, pues la noticia reproducía las declaraciones en que Pietr Embut afirmaba seriamente que no había tal trabajo de animación, que lo que ellos veían salir disparado al espacio eran sencillamente miles de chorizos de Guijuelo, picantes, cada uno con su etiqueta de denominación de origen.

Jambon de la Crêpe, con un fragmento del meteorito de Porkstuff Plain.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho la construcción en red de la historia. Crea una sensación de interés creciente que te obliga a poner todos tus sentidos en el texto. Realmente atrapa.