Alguien ha dedicado su tiempo a confeccionar un inmenso cartel con el dibujo del burro catalán, y muchos otros de menor tamaño, cada uno con una letra de su nombre en latín, y se ha molestado en fijarlos a la ladera de un monte para que se vean desde la autopista en un punto cercano al peaje de Martorell. Así, si uno viene de allí, tiene a su izquierda la montaña de Montserrat, y antes de dejarla atrás, en una curva se encuentra de frente con otro símbolo de Catalunya algo más reciente y de muy otra categoría.
Dejando de lado que dicho animal esté en peligro de extinción, y que su conservación sea la excusa para semejante publicidad, es obvio que quienes lo contraponen al toro de Osborne son tan necios como los que llevan pegado al coche un adhesivo de la bandera española con dicho toro en medio. Sin duda los niños dedican su tiempo a quehaceres más productivos, y yo no perdería el mío hablando de este asunto si no me empujara la indignación que me invade cuando imagino al tipo de individuos (han tenido que ser varios) que, guiados por una nacionalismo tan profundo como su superficialidad, se fueron una noche a casa orgullosos de su gesta tras colgar la pancarta. Me los imagino fanáticos y tozudos como cierto político de Esquerra Republicana que no ha hecho más que el ridículo, y se merecen que toda España, cuando vea un coche con la pegatina del asno autonómico, exclame: “Mira, otro burro catalán”. Más les hubiera valido escoger como símbolo alguna otra especie autóctona, como el burgués de Sarrià, o un elefante de los de Dalí, o la variedad tomàquet supositori, Lycopersicon esculentum, de Les Franqueses del Vallès, o el Rovelló collserolensis.
Lycopersicon esculentum
P.D.: Parece que el nombre en latín de la variedad catalana del burro común podría ser Equus asinus rubricatus, aunque lo cierto es que no he encontrado en internet ni una sola referencia. Pero RUBRICATUS es la palabra que quedaba hoy en la ladera de la montaña, cuando el burro ha desaparecido ya arrastrado por las lluvias o arrancado por algún desconsiderado contrario al nacionalismo que tampoco tenía nada mejor que hacer. Y ahí está, como oracular firma de un grupo de aspirantes a biólogo traumatizados por algún mal profesor de manualidades.
3 comentarios:
Me ha gustado tu opinión, está muy bien planteada y describe perfectamente el grado de idiotez que invade nuestra sociedad. Empiezo a pensar que la idiotez se contagia. Un saludito.
La idiotez se contagia de muchas maneras, especialmente a través de la tele, como sabemos. Un saludo para ti, vuelve cuando gustes.
Casualidad o no justo este finde venindo de coche por la autopista comentaba este tema del burro catalán con Ignasi, no puedo entender como pueden haber elegido para simbolo de un país un burro, por más buén burro que sea!!!Pero bueno para esta clase de cosas siempre hay gente dispuesta a colaborar.
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